jueves, 13 de octubre de 2016

MI PRIMERA VEZ

Cada día es un nuevo despertar, una oportunidad única para vivir, para descubrir, indagar y aprender. Siempre he dicho que algún día cuando la vejez y las canas lleguen a mí, me gustaría sentarme y cerrar los ojos, y recordar todo lo que viví, mientras mi memoria permanezca intacta, mi mente viajará muchos años atrás y sin quererlo se escapará una sonrisa.

Un sábado cualquiera acepté la invitación de una gran amiga, para compartir su gran pasión, la fotografía, nos dirigimos junto con otros aventureros más, hacia un lugar majestuoso, lleno de naturaleza, historia, misterio, poesía y calor humano.

Creo que nunca había caminado tanto, bajo un sol inclemente, pero con el entusiasmo y la expectativa a flor de piel, con la oportunidad en mis manos de cambiar mi ambiente monótono y sumarle a mis 26 años una experiencia única.

El verde de los paisajes y el azul del cielo, fueron el complemento perfecto que sustituyó el gris del asfalto y el blanco de los papeles de una oficina; el silencio de la naturaleza me hizo olvidar el sonido abrumador del tráfico citadino; con mi modesta cámara en mano capturaba lo que llamaba mi atención, pero sin lugar a dudas mi mejor lente fueron mis ojos y mi memoria un almacenamiento con capacidad infinita.

Aunque lo mío no es la fotografía, la experiencia fue renovadora, recordar las maravillas que nos rodean, todo lo que Dios no regala a diario.

Los momentos quedan para siempre, los guardas en tu corazón, los atesoras eternamente y por un día de tu vida sales de la rutina y te sumerges en algo nuevo, te olvidas de lo tedioso, abres tus brazos a la libertad, mientras cierras los ojos  y un sábado cualquiera te conviertes en fotógrafa por primera vez.

Vivir es la mezcla entre los buenos momentos y los obstáculos a vencer y lo primero es lo que impulsa a recordar, que ni siquiera lo malo, dura para siempre.